Hay tantos caminos que podemos tomar en la vida, que se me hace difícil imaginar que estemos marcados por el destino. Las cosas que nos suceden en nuestra vida, no son el fruto de algún plan predeterminado en nuestro subconsciente, sinó fruto de las decisiones que vamos tomando a diario, que te llevan a tomar otra y otra o a veces de las decisiones que otros toman por tí, pero sobretodo son fruto de la suerte y de la casualidad. No, nunca he creído en el destino, pero sí en la casualidad.

Puede ser en efecto que todo tenga una explicación racional, aunque se me haga difícil creerlo, y que sea por eso que atribuímos a la casualidad y a la suerte todo aquello que no podemos explicar. ¿Qué es en ese caso? ¿Casualidad? ¿Coincidencia? Sea lo que sea, ambas nos enseñan lo pequeño que puede ser el planeta.
Creo que cada acto que realizamos genera un efecto, ya sea en nosotros mismo o en los demás. Seguro que si eres generoso, la gente lo será contigo, seguro que si transmites energía positiva, sin duda alguna ésta regresará a tí y seguro que si eres humilde y paciente, esta espera tendrá finalmente su recompensa. Yo estoy a punto de tenerla. Ahora ya no depende de nadie, sinó de mí. El resultado final parece ya carecer de sentido, pero eso da igual, porque por fin siento que tengo el control sobre ello y que lo único que necesito ahora es el valor para hacerlo, para empezar a cerrar aquel círculo que hace ya tanto y tan lejos quedó abierto.