Porque allí, al final de ese mar de gentes enloquecidas veo a un viejo rockero haciendo vibrar a miles de personas, en un auténtico e ininterrumpido espectáculo de tres horas. Ya todo el miedo y toda la incertidumbre se desvanecen al son de una canción que me pide algo [no retreat, no surrender]. Alguien a quien apenas conozco me hace saltar, cantar, gritar y emocionarme [with these drums and these guitars], pero también con su armónica, con su banda, con su carisma y con su incombustible espíritu. Son esas cosas que pasan a veces con los desconocidos. Sin querer que se acabe, sin creer que eso pueda ocurrir, el escenario se queda vacío y mientras el sonido se apaga y las luces se encienden, allí en medio de la multitud, cierro los ojos y vuelvo a sentirme acompañada y pienso que esta vez sí ha valido la pena. Redoble de tambores y fin de la función.
Una moto pasa a todo velocidad y me despierta. Abro los ojos pero ya no estoy en ese estadio, ni está el viejo rockero dirigiendo a su banda. Estoy en mi cama, sola, sin nadie que me acompañe y veo a través de la ventana una ciudad que también se vuelve a sentir esta mañana un poquito sola. El sueño acabó, él ya no está y siento que quiero dormir de nuevo, que quiero volver a soñar [I want to sleep beneath peaceful skies in my lover's bed, with a wide open country in my eyes and these romantic dreams in my head]