07 enero 2007

No voy a ser yo

Es verano, es de noche, dos amigas, M y J deambulan por las calles de la ciudad buscando un poco de fiesta y un poco de cerveza fría que alivie el sofocante calor. De repente música desde una ventana, invitación espontánea y por fin una fiesta donde pasar la noche. No conocen a nadie y empiezan a disfrutar de esa fiesta ajena donde decenas de cuerpos bailan a un mismo son, y el ruido de la música impide cualquier intento de conversación. En un momento todo cambia cuando la mirada de M se cruza con la de A y todo lo que ya sólo puede escuchar es el latido de su corazón. Bum, bum bum. Casi duele. Una tímida conversación, un beso apasionado y una rápida despedida dan por finalizada esa fiesta. Es tarde.
Vuelven a reencontrarse días después y aquella timidez inicial da paso a un apasionado romance bajo las estrellas de la ciudad. Ella, escéptica intenta no dejarse llevar, él ,apasionado intenta que si se deje llevar. Ahora que estás dormida, te pregunto: ¿Por qué te echo de menos si apenas te conozco? Espero que me contestes ahora. Si no, muero. Mientras él espera esa respuesta, mira la película Vidas Contadas, sobre como puede cambiarte la vida en un segundo. Algo sobre lo que ellos ya han hablado.
Una playa, una puesta de sol, el calor del sur donde juntos pasan unos días. Ella por fin puede decirle algo a la vuelta, ya no le da miedo: Ha sido maravilloso y ya te echo de menos. Maravilloso? le dice él. Ha sido inmejorable. Yo también te menos de hecho ... digo ... perdón ... de hecho te menos ... digo ... sólo pienso en ti.
Unos meses después sólo encuentra silencio en él, y ella sigue preguntándose qué es lo que pasó. Ingenua ella espera aún encontrar alguna respuesta.


3 comentarios:

Gurb dijo...

Cuan volubles pueden ser las personas.
¿Puede que todos lo seamos y no nos demos cuenta?
De todas maneras no suena a mala experiencia.

Anónimo dijo...

creo que nos fijamos demasiado en lo que necesitamos y nos olvidamos de dar. si invertimos el proceso, si somos un poco budistas, podríamos dar sin parar y darnos cuenta que nos devolverán.
le habremos dado la vuelta a la moneda, y sin darnos cuenta la misma moneda, es.

elena dijo...

Es sólo una ficción pero hay muchas como esta en la vida real. Todos somos volubles claro, creo que sí lo sabemos, pero a veces no queremos darnos cuenta. Y claro está, hay que dar sin pedir nada a cambio, pero ¿a quién no le gusta que le mimen de vez en cuando?