... sí, lo reconozco, pertenezco a esa especie rara de personas adictas al trabajo. Casi sin vida propia y pegado a la pantalla del ordenador es como había pasado los últimos años de mi vida, convirtiéndome en un ser solitario y hasta con un punto de excentricidad, esa que te la vida cuando no tienes que rendir cuentas a nadie. Aquel día, sin embargo, decidí hacer algo diferente. Decidí no volver a trabajar, nunca más. Tantos años absorbido por el trabajo hicieron que me desconectara y desconociera en que emplea la gente su tiempo, que hace con sus horas libres. Hacía años que estas dos palabras no pasaban por mi mente, horas libres.
Pensé que podría pasearme por la ciudad, leer el periódico sentado en un parque, ir al cine o hasta ir de compras. Observar a la gente, escuchar el ruido de la ciudad y a la vez percibir ese olor a contaminación del cual había estado tanto tiempo alejado. Pero confieso que todo ello me daba miedo. Un terrible miedo a ver que había malgastado mi vida pero sobretodo a darme cuenta de lo solo que estaba en el mundo, una soledad que aunque escogida quizás involuntariamente, nunca fue deseada. ¿Y a quién no le asusta la soledad? Pero no me refiero a querer estar solo un rato, un día o hasta pasar unas vacaciones solo, simplemente por el gozo de estar solo. Me refiero a estar completamente solo y no tener a nadie a quién poder decir ni tan siquiera buenos días. Que terrible existencia la mia.
Así es como acabé aquel dia, revelador al fin y al cabo. Pensé que algo debía hacer con mi vida, algo que me hiciera sentir que todavía seguía vivo. Un rato después me acosté pero no podía dormir, y así ví pasar las horas, con la mirada fija en una pared vacía, sin fotos que me recordaran que en otro tiempo fui feliz.
Pensé que podría pasearme por la ciudad, leer el periódico sentado en un parque, ir al cine o hasta ir de compras. Observar a la gente, escuchar el ruido de la ciudad y a la vez percibir ese olor a contaminación del cual había estado tanto tiempo alejado. Pero confieso que todo ello me daba miedo. Un terrible miedo a ver que había malgastado mi vida pero sobretodo a darme cuenta de lo solo que estaba en el mundo, una soledad que aunque escogida quizás involuntariamente, nunca fue deseada. ¿Y a quién no le asusta la soledad? Pero no me refiero a querer estar solo un rato, un día o hasta pasar unas vacaciones solo, simplemente por el gozo de estar solo. Me refiero a estar completamente solo y no tener a nadie a quién poder decir ni tan siquiera buenos días. Que terrible existencia la mia.
Así es como acabé aquel dia, revelador al fin y al cabo. Pensé que algo debía hacer con mi vida, algo que me hiciera sentir que todavía seguía vivo. Un rato después me acosté pero no podía dormir, y así ví pasar las horas, con la mirada fija en una pared vacía, sin fotos que me recordaran que en otro tiempo fui feliz.
Por la mañana me desperté con la extraña sensación de no saber que hacer. Hacía años que no tenía un sólo dia libre ...