25 marzo 2008

Como sobrevivir a una semana santa sin plan

Cuando las vacaciones llegan en tiempos de crisis te preguntas que coño vas a hacer, sobretodo viendo a tus colegas hacer planes varios a los que tú obviamente no te puedes unir. Se te pone un nudo en el estomágo sólo de pensar en la soledad de la ciudad y te imaginas a ti misma desayunando sola en el bar de la esquina mientras el dueño del local te mira con cara compasiva, tomándote las cañas y las patatuelas en tu casa mientras ves corazón de primavera, pasando toda la tarde de window shopping por el centro, entrando quizás a alguna sala de cine a ver la última de Bardem aunque te habías jurado a tí misma que no la irías a ver y finalmente volviendo a casa a las 11 para cenar y ver la tele bajo manta pensando en lo que poder hacer al día siguiente ......
Este era el panorama que se me presentaba, sin embargo a día de hoy puedo decir que estos poquitos días de descanso no han estado tan mal como esperaba.
Finalizado mi trabajo en San Sebastián el pasado lunes, decidí quedarme un día más para disfrutar de la ciudad y ya de paso me metí en una peluquería donde me dejaron el pelo al más puro estilo de kale borroka. Pasado el susto inicial, me miro al espejo y creo que me queda bastante bien. Al fin y al cabo el pelo vuelve a crecer y un cambio no le va mal a nadie.
De regreso a los madriles me pasé dos días arreglando papeleos y moñeando hasta que el jueves decidí continuar mi moñería en Ayora, y así disfrutar de la família, dormir hasta las tantas y al despertar ver un zumito de naranja recién hecho, comer elaborados platos caseros ... En fin, esas pequeñas cosas de las que una que vive sola a veces no puede disfrutar.
Estando en el pueblo una se relaja, se pasa las mañanas tomando café, da agradables paseos por el pueblo, recorre el centro comercial compuesto éste por tres tiendas o hasta rescata la bici del olvido y decide ir a dar pedaladas por el campo. Lo de la bici estuvo muy bien, sólo hasta que llegó un momento en que la cuesta se puso casi a 90 grados y dije, no, no, no ... a pie! Superada la escalada continué placidamente mi recorrido cuando ví una bifurcación de caminos, me dí cuenta que estaba perdida, el viento empiezaba a soplar con fuerza y noté como mi flequillo de kale borroka se empezaba a mojar. Finalmente, al cabo de un buen rato, conseguí llegar a una casica de campo donde me refugié y al calor de la lumbre me puse a limpiar almendras que posteriormente tosté. Qué rural todo!! Eso sí, la vuelta la hice en coche y por supuesto mi bicicleta sigue aún en aquella casica perdida en medio del monte.
Semana santa es también tiempo de procesiones y saetas. En Ayora no somos tan devocionarios como en Sevilla, pero nuestras procesiones tienes su punto. Según una primita que tengo, hay un señor al que llaman ecce homo, que va casi desnudo en la cruz y al que pasean por todo el pueblo. Ella dice que es Jesús (es que está en plan devoto porque la van a bautizar este año...), y que lo van a matar pobrecico. Con todo mi respeto, es la imagen más horrible que se ha hecho nunca, mi padre hasta lo llama el homo sapiens (para que os hagáis una idea...).
En las procesiones ves de todo. Señoras vestidas de negro con mantilla y peineta - siempre las mismas - , señoras descalzas haciendo penitencia o pidiendo algo - siempre las mismas -, costaleros con la imagen a cuestas y el cigarro en la boca, gesto muy poco respetuoso como a la que en pleno silencio se le olvida apagar el mobil y zas!! llamada .... y de repente"hello moto..." sí, esa era yo, que vergüenza ... ejem, ejem ... al ecce homo casi se le desencaja la corona de espinas y las viejas vestidas de negro ni os cuento lo que me dijeron, vamos todo en sí un cuadro.
Y es que así es el rural world, como lo llama un amigo de allí. Vida tranquila y costumbrista, aire limpio, cubatillas en casa, mimos parentales ... Qué más se puede pedir?

6 comentarios:

Bárbara dijo...

Vaya entrada más buena Elena!!!!. Me ha encantado!. Me parto imaginándote!. ¡Qué sí, que sí!, que lo de "chus" en procesión es esperpéntico y que lo más fuerte de todo es que parece que nos acostumbramos a ello. Lo del pelito kale borroka, pues tiene su punto, a mi me flipan los vascos y ese pelo pone a mil...y por cierto, que envidia, ojalá yo tuviera un pueblo, que ya sabes, sólo tengo Madrid y me tengo que conformar con ello. mil besos

elena dijo...

Tengo una amiga en Barcelona que siempre "lloraba" porque no tenía pueblo. A mí a veces me aburre la vida de pueblo pero reconozco que me moriría si no pudiera ir. ¡Con que te flipan los vascos?? jajaja ayva patxi!!!!

08181 dijo...

jejeje te imagino queriendo desaparecer en plena procesion

elena dijo...

En realidad no quise desaparecer, a pesar del sofoco, mola ver como se enojan las beatas ... jeje ... y la verdad es que me moló bastante esa llamada ... zasss!!!

Bárbara dijo...

No puedo remediarlo, pero me ponen a mil!!! y cuando hablan no te lo puedes ni imaginar. Tonterias de una misma.

08181 dijo...

;)