06 febrero 2009

Nebulosa espiral


Hay ocasiones en que la vida nos pone a prueba y nos exige un poco más de lo habitual y nosotros, seres perezosos y acostumbrados a las cosas fáciles, vemos de repente como todo empieza a derrumbarse y esa frágil estabilidad que vamos consiguiendo día a día, parece hacerse añicos como si de un Big Bang se tratara.
Son momentos en los que te cuestionas hasta la más absurda de las cosas, incluso a tí misma, y te preguntas si todo aquello por lo que luchas tiene algún sentido o alguna finalidad. Temes errar en tus decisiones, como si no lo hubieramos hecho ya, pero ahora parece que cualquier pequeña decisión vaya a variar el rumbo de nuestra vida, esa cómoda vida que hasta ahora nos había permitido levantarnos cada día a la misma hora y que nos había dejado libres y felices en nuestra pequeña bola de cristal.
Miedo. ¿Y es que acaso podría tratarse de otra cosa? Yo creo que no. Porque el miedo llega de repente y no avisa y es cruel y te dejas dominar por él. Entonces es cuando te encuentras perdida en tu propia soledad y sientes que nadie te puede ayudar. Intentas llorar pero no puedes, porque hay demasiadas cosas que te angustian y que luchan por salir de tí, todas a la vez. La cabeza te da mil vueltas por segundo y el estómago se te hace tan pequeño que ya apenas comes.
Pero inevitablemente llega el momento de las decisiones, y harta de tanta duda e indecisión, y como si de una heroína de cómic se tratara, te pones tu traje de superwoman y te lanzas al vacío. Durante unos momentos vuelas y te imaginas que tu vida cambia y te sientes inmensamente feliz, pero de repente algo te hace frenar y caes, y esta caída duele más de lo que habías imaginado. Un duro bocado de realidad que te hace desesperar, y te preguntas ¿por qué? te lo preguntas una y otra vez, te lo preguntas tantas veces que al final consigues llorar, y lo haces intensamente, sintiendo cada latido de tu corazón.
Y es en este momento que sientes derrumbarse todo a tu alrededor que te das cuenta que no está sola, porque de donde no te lo esperas salen esos pequeños seres que te recuerdan lo gran persona que eres y que te pronostican que lo bueno todavía está por llegar. Que tan sólo es cuestión de paciencia y de saber encontrar el camino adecuado. Y lo más importante, que están ahí. Uno de esos seres me dijo que cosas como esta no pueden herirte el alma, y tiene razón, mucha.
Si alguien hoy me preguntara en que consiste la felicidad, le diría que quizás ésta no exista como tal, que quizás el truco esté en aprender a relativizar. Así, viendolo todo a cierta distancia podamos darnos cuenta que las cosas que nos ocurren son transitorias y que lo que hoy parece malo, puede que mañana sea mejor.

3 comentarios:

Pepita Forever dijo...

Cuando no soy yo la protagonista las cosas se ven diferentes...todo ése rollo de ser valiente, de la experiencia que te dan esas caídas...pero tienes razón...por qués? tiene que haberlos y si hoy no tienes la respuesta ya te llegará. Una vez leí que las cosas que nos pasan pueden tener un significado más profundo en algún acontecimiento futuro....supongo que lo verás y el salto se quede en subida de escalones... ;-) Un beso

Bárbara dijo...

Relativizar, miedo, ansiedad, lloros, etc...cada una de esas palabras te harán más fuerte y dentro de unos meses escribiremos sobre sus contrarías.

La primera de ellas, "relativizar" es la que mejor describe lo que ya mismo tenemos que hacer. Elena, los cambios vitales siempre asustan y en tu entrada lo has descrito muy bien.

Cada vez queda menos para que el sol haga por fin acto de presencia en este invierno tan frío madrileño. Se resiste, se resiste el cabrito, pero ya verás, llegará. besos

elena dijo...

Esperando esas respuestas me quedo con vuestros esperanzados mensajes. Sí, todo llega en esta vida ... pero coño, que llegue ya !!