De nuevo aquí

Es lo primero que pensé ayer cuando volví a entrar en mi oficina después de un mes de maravillosas vacaciones. Todo estaba tal y como lo había dejado, a diferencia de una gruesa capa de polvo que la señora de limpieza se afanaba a limpiar lo mejor que podía. Para ella también era su primer día, así que cuando creyó dejarme lista la mesa, con ahora media capa de polvo, no quise decirle nada y le di las gracias como de costumbre.
Encender el ordenador era un reto para el que no estaba preparada todavía, así que sin pensarlo mucho apreté el botón y me fui rauda a la cocina a prepararme un café dejando que el ordenador, al igual que yo, se fuera desperezando de su letargo estival. Allí saboreando mi insípido café, me fuí enterando de las aventuras veraniegas de mis compañeras, a la vez que leíamos las postales que habíamos ido enviando. Sorprendentemente llegó la mía! algo que dudé mucho cuando la envié desde la pequeña y destartalada oficina de correos de Oussouye, en el sur de Senegal.

Acabado el momento café, me dirigí temerosa hacia mi mesa, me senté desafiante delante de la pantalla, miré de reojo al teléfono, recuperé mi agenda del fondo del cajón y fue en ese momento que me di cuenta que las vacaciones realmente habían acabado.

Así que como decía antes, de nuevo estoy aquí, y sacando fuerzas de flaqueza tengo que decir que con ganas de recuperar viejas costumbres, salir con los colegas, rastrear los domingos ..., recuperar mi vida urbana al fin y al cabo.