15 enero 2009

Una de corazones (des)contentos

Na, na, na, na .... tú eres lo más lindo de mi vida, aunque yo no te lo diga, aunque yo no te lo diga. Si tu no estás yo no tengo alegría, yo te extraño de noche, yo te extraño de día. Yo quisiera que sepas (la, la, la, la), que nunca quise así (la, la, la, la), que mi vida comienza (la, la, la, la) cuando te conocí ... Y corriendo voy a buscar mi teléfono para intentar parar esa melodia horrible de Karina que llevo grabada en el teléfono y que nunca me acuerdo de cambiar.

- Sí, ¿dígame?
- Mire le llamaba para ver si podemos aclarar el tema de los pasteles
- Eignnn ¿¿¿??? Disculpe ... pero ¿de dónde ha dicho que llama?
- A ver señorita, le llamo porque no sé si se acuerda, pero tenemos un tema pendiente con unos pasteles que usted compró en Málaga.

Esta era la tercera llamada comercial que recibía en la misma mañana, algo raro porque nunca nadie me llamaba, así que ante el aluvión de llamadas de aquel día pensé que igual con suerte ésta me iba a ofrecer algo interesante. Pero no, esta amable señorita sólo me hablaba de unos pasteles comprados en Málaga y de los cuales yo tenía que responder.

-Siento decirle que no soy yo la persona que busca, simplemente se ha equivocado.
-No - me dijo con tono tajante - no me he equivocado, usted se llama Menganita y hace más de un año compramos juntas unos pasteles en bla, bla, bla ....
-Joder Futanita !!! cuánto tiempo!!!! jajajajaja ... no caía, de verdad que como eres, mira que llamarme y soltarme la historia de los pasteles malagueños ... me parto. Por cierto, ¿ya te deshiciste de aquel pesado?
-Sí, por fin ! cada vez que me llamaba se me dibujaba un rictus horrible, y mira que era majo. ¿Y tú que, venga cuéntame, alguna novedad o todo como siempre?
-Todo como siempre, hay cosas que nunca cambian.
-Tienes razón Menganita, está el tema ciertamente complicado y de hecho con una amiga estamos pensando escribir un libro que se titule: "Lo que te puedes encontrar ..."
-Muy buen título, tú sí que vales.
-Te llamaba también para decirte que voy a estar unos días en la ciudad, así que a ver si quedamos y .... no sé, ¿nos comemos unos huevos estrellados?
-Sí, sí, sí - digo emocionada - huevos, birrita e interminables conversaciones. Creo que eso es lo que necesito ... en realidad sí tengo historias que contar.
-Me lo imaginaba. Perfecto pues, te llamo cuando llegue. Besos
-A la orden Futanita. Nos vemos!

09 enero 2009

Tic, tac, tic, tac ...

Lo último que podría esperar de aquella tarde de domingo, era acabar la noche en los brazos de alguien, pero así fue. Y no fueron los brazos de alguien deseado los que la rodearon en su cama, sino los de un músico bohemio al que le pidió la hora en un bar.
Amanece y parece que la cama esta mañana no está tan fría como de costumbre. Por un momento se siente bien pero se da cuenta que no es aquello lo que quiere. Es extraño estar abrazado a alguien y no sentirlo a tu lado, mirarlo a los ojos y ver la mirada de otra persona, olerlo y acordarte de aquella sofocante noche de verano, tocar su pelo lacio y enredarte con los rizos de otro, saber que no existe la confianza necesaria y que el que siempre se queda con las ganas de escucharte más no está ahí.
Días después piensa en la infinita pereza que le da volver a quedar con aquel tipo y sin darle explicación, simplemente lo olvida.
La cama retoma su frío habitual y el metrónomo sigue marcando el ritmo de sus mañanas. Y entonces toma conciencia de una realidad que a veces quiere negar, dándose cuenta que siguen existiendo algunos vínculos en su vida que desafían la distancia, el tiempo y sobretodo la lógica.

05 enero 2009

De ilusión también se vive

He estado a punto de escribir mi tradicional post de propósitos para el nuevo año, esas grandes ideas que suelo tener cada año y que ingenuamente pienso que van a ayudar a mejorar mi vida. Nunca es así y a estas alturas de año, y eso que no llevamos ni dos peldaños subidos, ya voy viendo que será harto difícil eso de mejorar mi vida este año, más bien creo que la cosa va para abajo. Es por ello que para este nuevo año no tengo ni un solo propósito, ni uno. Evidentemente me voy a dejar sorprender por lo que venga. Así mejor, ¿no?

Hoy, noche de reyes, igual empiecen las sorpresas para mí, quién sabe. Pero para empezar os voy a contar una historieta de las mías ...

De pequeñica nunca dormía en la noche de reyes, y no era por la excitación que me pudiera producir el tema regalos y todo ese rollo, sino por el pánico que les tenía a estos tres viejos que se colaban en mi casa a una hora indeterminada de la noche, que se paseaban por ella decidiendo donde dejar los regalos y que se iban de rositas tras haberse bebido los licores que les dejábamos en la mesa del comedor. Oía como susurraban y se echaban unas carcajadas malignas, incluso diría yo que hasta percibía su olor, mezcla de anís y camello de chocolate ... TREMENDO ... Y allí estaba yo, en el piso de arriba de la litera que compartía con mi sister, agazapada debajo de mi manta y contando los minutos para poderme levantar y descubrir que aquellos tipejos ya no estaban en mi casa y que quizás hubiera sido todo fruto de mi imaginación.
Pero no, mi pánico aumentaba al descubrir que efectivamente alguien había estado allí, pues los vasos de licor estaban vacíos y unos pocos regalitos habían ocupado algún rincón de la casa. Aún así, sabía que hasta dentro de un año no iban a regresar, así que me relajaba y descargaba mi excitación descubriendo todo lo que me habían dejado.
Como véis, fueron años de angustia e incertidumbre. Pero por cuestiones que no alcanzo a entender, de repente dejaron de venir a casa, y la noche de reyes volvió a ser una como cualquier otra. La razón de aquellas apariciones nocturnas se me reveló a una edad francamente tardía, que le vamos a hacer, eran otros tiempos ... aún así, algo en mí me dice que toda aquella historia que me contaron fue una pura invención. Estoy convencida que siguen estando en algún lugar. Pero la verdad fue que nunca jamás volvieron a pisar mi casa.

Pues bien, años después, aquí me tenéis esta noche, sin nada más que hacer que aporrear las teclas del ordenador recordando viejas neuras infantiles y viendo de reojo a Harry Potter en una de sus aventuras en Hogwarts. Poco a poco me he ido quedando sola en el comedor, con la única luz de la pantalla del ordenador y un par de velitas de los chinos. Y entonces pienso que quien sabe si esta noche, después de tantos años, vuelva a sentir aquel olor a anís y camello de chocolate. Menudo yuyu ... yo, por si acaso, dejo los tres vasitos y me voy a la cama, a esconderme bajo la manta ...


Y ahí va mi pequeña moralina, la ilusión, por los reyes magos, por la vida, por nuestro trabajo o por encontrar ese amor que nos falta, por favor que no se pierda. ¿Qué nos quedaría sino?