05 enero 2009

De ilusión también se vive

He estado a punto de escribir mi tradicional post de propósitos para el nuevo año, esas grandes ideas que suelo tener cada año y que ingenuamente pienso que van a ayudar a mejorar mi vida. Nunca es así y a estas alturas de año, y eso que no llevamos ni dos peldaños subidos, ya voy viendo que será harto difícil eso de mejorar mi vida este año, más bien creo que la cosa va para abajo. Es por ello que para este nuevo año no tengo ni un solo propósito, ni uno. Evidentemente me voy a dejar sorprender por lo que venga. Así mejor, ¿no?

Hoy, noche de reyes, igual empiecen las sorpresas para mí, quién sabe. Pero para empezar os voy a contar una historieta de las mías ...

De pequeñica nunca dormía en la noche de reyes, y no era por la excitación que me pudiera producir el tema regalos y todo ese rollo, sino por el pánico que les tenía a estos tres viejos que se colaban en mi casa a una hora indeterminada de la noche, que se paseaban por ella decidiendo donde dejar los regalos y que se iban de rositas tras haberse bebido los licores que les dejábamos en la mesa del comedor. Oía como susurraban y se echaban unas carcajadas malignas, incluso diría yo que hasta percibía su olor, mezcla de anís y camello de chocolate ... TREMENDO ... Y allí estaba yo, en el piso de arriba de la litera que compartía con mi sister, agazapada debajo de mi manta y contando los minutos para poderme levantar y descubrir que aquellos tipejos ya no estaban en mi casa y que quizás hubiera sido todo fruto de mi imaginación.
Pero no, mi pánico aumentaba al descubrir que efectivamente alguien había estado allí, pues los vasos de licor estaban vacíos y unos pocos regalitos habían ocupado algún rincón de la casa. Aún así, sabía que hasta dentro de un año no iban a regresar, así que me relajaba y descargaba mi excitación descubriendo todo lo que me habían dejado.
Como véis, fueron años de angustia e incertidumbre. Pero por cuestiones que no alcanzo a entender, de repente dejaron de venir a casa, y la noche de reyes volvió a ser una como cualquier otra. La razón de aquellas apariciones nocturnas se me reveló a una edad francamente tardía, que le vamos a hacer, eran otros tiempos ... aún así, algo en mí me dice que toda aquella historia que me contaron fue una pura invención. Estoy convencida que siguen estando en algún lugar. Pero la verdad fue que nunca jamás volvieron a pisar mi casa.

Pues bien, años después, aquí me tenéis esta noche, sin nada más que hacer que aporrear las teclas del ordenador recordando viejas neuras infantiles y viendo de reojo a Harry Potter en una de sus aventuras en Hogwarts. Poco a poco me he ido quedando sola en el comedor, con la única luz de la pantalla del ordenador y un par de velitas de los chinos. Y entonces pienso que quien sabe si esta noche, después de tantos años, vuelva a sentir aquel olor a anís y camello de chocolate. Menudo yuyu ... yo, por si acaso, dejo los tres vasitos y me voy a la cama, a esconderme bajo la manta ...


Y ahí va mi pequeña moralina, la ilusión, por los reyes magos, por la vida, por nuestro trabajo o por encontrar ese amor que nos falta, por favor que no se pierda. ¿Qué nos quedaría sino?

3 comentarios:

08181 dijo...

Personalmente, veo mucho mas retorcida la "idea" del tió.

Un tronco que caga juguetes y caramelos? Dios que asco...

Bárbara dijo...

Me quedo con la frase que cierra la entrada. Son las tres cosas que más ilusión me hacen.besos

elena dijo...

Den,¿a quién se le ocurriría lo del tió? Tremen ... pero la verdad, tú tienes pinta de haber aporreado el tronco en alguna ocasión. Eso sí, seguro que el tuyo en lugar de barretina llevaba puesto un sombrero charro ... y volver, volver, volveeeeeerrr

Bar, nuestras vidas este año necesitan mucha pero que mucha ilusión !!