22 noviembre 2008

Vita brevis

Sentada delante del ordenador, me quedo absorta con la mirada fija en la esquina superior derecha de la pantalla. La fiesta de ayer duró hasta tarde y hoy me noto cansada y con un leve dolor de cabeza, fruto quizás de los dos copazos que me tomé. No quise más. Nadie entendió que me quisiera ir. La excusa de tener que trabajar esta mañana no convenció a muchos, ¿pero qué les iba a decir? Simplemente me fui. - Mañana más, pensé.
De repente oigo los aplausos de la gente y me doy cuenta de que el cuentacuentos ya ha empezado. Hoy vuelve a ser sábado de cuentacuentos en Blanquerna, y el centro se nos llena de niños corriendo de un lado para otro. No estoy yo como para aguantarlos, así que me encierro en mi despacho y dejo en la lejanía el relato de la Luna y la Ciruela.
Hace un rato, mientras desayunaba con Lauris, me he dado cuenta que ultimamente he acumulado mucho dentro de mí, y que me cuesta sacarlo, creo que más de lo habitual. Así que me ha dicho que guarde una libreta en el bolso y que no deje escapar nada. Es curioso ver como los consejos que tú has dado en alguna ocasión te lo esten dado ahora a tí. Creo que nunca acabamos de aprender.
A veces pienso que las cosas no van como yo quisiera y no entiendo por qué. Veo a mi alrededor como la gente avanza y yo por el contrario, me siento estancada. Todo se me resiste más de lo normal pero reconozco que cuando algo se me pone fácil huyo. Ayer me lo decía un amigo. Me echó la bronca por no querer ir a Mérida a hacer aquella entrevista de trabajo, luego me preguntó por mis "targets" en aquella fiesta y le dije que no me diera la brasa, que me da pereza, que paso de conocer a nadie, que prefiero estar con mis amigos. También me echó la bronca por ello. Dice que lo que me pasa es que me asustan los cambios. Quizás sea así.
Estas últimas semanas he pensado mucho en un montón de cosas. Y me sobraban los motivos para ello, aunque poco importen ya. La vida me ha dado una lección y la otra noche pude por fin dormirme sin lágrimas en los ojos. Ya lo sabía pero ahora siento más que nunca que no estoy sola.
Un compañero me pide que no cambie nunca y que nada me haga perder la sonrisa. Mi hermana acepta compartir este secreto para siempre. Mi mejor amiga me pide que nunca más deje de contarle mis problemas. Él, que esperaba mis noticias y no se atrevía a llamarme, se sigue acordando de mí.
Y esta vita brevis continua ...

5 comentarios:

Pepita Forever dijo...

Llevo meses con ése experimento dentro, el de guardar cosas para mí. No ha sido de manera voluntaria aunque creo que, una vez arrancó el proceso, decidí que íba a ver cómo iba reaccionando cuando nadie, absolutamente nadie tuviera algo qué decir..sólo yo. Sigo en ello pero te confieso que ya he me he puesto mala...

A mí también me asustan los cambios pero sólo los que no decido yo, juego seguro? No creo que estés estancada, tan sólo pensando/esperando qué será lo próximo que hagas.

Claro que continúa esta vita brevis, con sus pros y sus contras, no puede ser de otra manera...me ha encantado. Un beso.

elena dijo...

Ánimo con tu experimento. Si es lo en estos momentos el cuerpo te pide, adelante con ello. Nunca está de más un poquito de introspección. Los cambios supongo que asustan a todos, aunque los decida yo, da igual. No he pasado un buen mes, tan sólo eso. Pero eso sí, vita brevis, continua palante. Gracias por tus palabras.

Bárbara dijo...

Elena,
Esta vita brevis te enseña cada día que cuando las cosas van a cambiar nosotras también cambiamos y eso, siempre es bueno, porque nos hace fuertes. Madrid es dura. Es muchas veces gris y solitaria, pero desde el corazón de una persona que lleva toda su vida en esta ciudad que tantos disgustos y alegrías le ha dado, estoy convencida de que tarde o temprano encontrarás tu lugar. No ir a Mérida no es perder una oportunidad es abrir una puerta para buscar una nueva. muchos besos. Bárbara

tia cookie's dijo...

ola Elena,
hace días que no me acercaba por aquí, y fíjate...las casualidades no existen...son malos momentos, y mira que digo momento, puntuales y reductibles, temporales y escuetos. Verás que pronto, muy pronto si tu quieres, las cosas cambiarán. Dale una buena patada a la tristeza y lánzate al festín que te ofrezca la vita brevis pero intensa.
Las cosas cuando puedes alejarte y verlas desde otra óptica cambian. Las lágrimas son un buen ejercico de higiene ocular y emocional, a veces se nos queda una mota de sentimiento que nos empaña la visión de conjunto.
Te envio cientos de galletas crujientes de chocolate y un beso fuerte desde esta Barcelona fría y otoñal.

roberta dijo...

Elenis... trabajar los sábados por la mañana es casi tan duro como volver de un viaje maravilloso un domingo por la tarde. Debemos tomarnos un tiempo para pensar, descansad y decidir lo que realmente queramos. No te olvides: "primero tú, luego tú y después tú".