14 septiembre 2006

Noche de lluvia

Estaba recogiendo las últimas mesas cuando empezó a llover. Por un momento paró lo que estaba haciendo y se puso a mirar por la ventana de aquel restaurante en el que trabajaba desde hacía unos meses. No era para menos. Hacía tiempo que no había caído una sola gota de lluvia, tanto que el sonido del agua o el olor de la misma ya le eran casi desconocidas.
Poco rato después y al salir del restaurante se dio cuenta que la lluvia se había hecho más persistente y aceptó que David la llevara a casa. Éste había intentado en multitud de ocasiones ser algo más que compañeros de trabajo pero ella siempre se había negado, sin saber muy bien por qué, ya que ese chico le había gustado desde el primer momento que lo vio. Aquella noche la llevó hasta su casa en coche, no sin antes hacer un rodeo interminable por la ciudad con el afán de convencerla, llevarla a su casa y poder amanecer junto a ella, pero no lo consiguió. Él vivía en las afueras de la ciudad al final de una serpenteante carretera desde donde se tenía una espectacular vista de la ciudad.
Pero negándose nuevamente, allí se quedó ella en el portal de su casa a las 2 de la mañana bajo una intensa lluvia. Mientras veía como David se alejaba, vio como el portal estaba abierto, con los cristales rotos, el interior completamente a oscuras por el corte de luz y sin vecinos a los que recurrir, pues era mitad de agosto y todos habían huido con el éxodo vacacional.
Entró, cruzó a tientas la portería y empezó a subir las escaleras. No veía nada y en medio de aquella oscuridad el pánico se apoderó de ella. Sabía que nada malo le iba a ocurrir pero eso no le impedía imaginarse protagonista de una película de terror. Cuando finalmente entró a su casa, cerró la puerta con llave, se metió en la cama y se maldijo a ella misma durante un buen rato. Bien sabía ella que un buen polvo a tiempo valía más que todo el miedo que acababa de pasar.
Al día siguiente llegó al restaurante con la idea de decirle a David todo lo que sentía por él. No pudo hacerlo. Había muerto esa misma noche en un accidente mientras volvía a casa.
Cada vez que llueve en la ciudad, vuelve a mirar por la misma ventana y allí siente de nuevo el miedo y los deseos insatisfechos que aquella noche salvaron su vida.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

corto! corto! corto!
esto huele a corto.
si hago alguna práctica este año pensaré en tí jejejej

elena dijo...

Aqui hay una parte real y otra ficticia. Ah, pero no es el sueño que te prometí. Estoy esperando que la persona que lo tuvo me lo escriba personalmente.

Anónimo dijo...

vaya, pues yo no he escrito aún el segundo sueño que dije que iba a collgar... o me lo dije a mí?
bueno, tu apreta que yo me voy a dormir y lo cuelgo mañana.
bonaniiit!

efvilha dijo...

O desconcertante devir,
a navalha do tempo que nos ceifa, inclemente, as melhores oferendas da vida.

Anónimo dijo...

lo he colgado! te toca.
y sino, pressiona!
a big hug
i